¿ES MIOPE LA RAZÓN?
Todos los seres humanos hemos sido dotados con muchísimos talentos, los cuales conservamos toda la vida.
Todos los seres humanos hemos sido dotados con muchísimos talentos, los cuales conservamos toda la vida. Sin embargo, con el paso del tiempo y a causa de un sistema educativo estructurado, vamos perdiendo la motivación y así empezamos a convencernos de todo lo que no podemos ser. Sin lugar a dudas esto no es más que un engaño de la mente. Y debido a ella, muchas veces caemos en la trampa creyendo noticias falsas; nos creemos los cuentos.
Las noticias falsas son más contagiosas y lo son especialmente cuando el relato que transmiten se refiere a nosotros mismos.
“Estoy triste”, “estoy feliz”, “estoy angustiado”. Cada una de esas frases suele hacer mucho más que describir una emoción. Son sentencias. Sus interpretaciones resultan en acciones que influyen y condicionan el mismo universo que intentan describir: pueden ser noticias falsas sobre uno mismo. Muchos no saben que el célebre inversor George Soros fue discípulo de Karl Popper, uno de los grandes filósofos de la ciencia.
Recibió de éste dos grandes principios que le fueron decisivos para entender el mercado financiero: la falibilidad y la reflexividad.
El primer concepto establece que las ideas de la gente sobre “el mundo” nunca se corresponden exactamente con la realidad. Es decir, ninguna teoría u opinión general está exenta de distorsión: es necesariamente imperfecta. Y aquí es donde entra en juego la reflexividad: una vez enunciada una teoría, actuamos como si fuese cierta y así le damos consistencia. He aquí la llamada “profecía autocumplida”.
Se ha demostrado que estos dos principios forman parte del sentido común, y, por otra parte, también quedó demostrado que estas teorías están sesgadas y distorsionadas. Debido a ello, es muy común que las noticias falsas se propaguen como fuego en el seno de la mente. Una sola frase puede convencer a alguien de que es incapaz de pintar, de dedicarse a las matemáticas o de amar. También puede despertar entusiasmo, demoler miedos o convencernos de que gestas que parecían imposibles en realidad
no lo son. Nuestra mente está acostumbrada a generalizar y construir reglas a partir de unos pocos datos, generando con ello sesgos y prejuicios. Forman parte del sistema de intuiciones que muchas veces nos lleva a tomar decisiones equivocadas en las que confiamos ciegamente. Vemos aquí el doble filo de este mecanismo tan ubicuo de la cognición humana. Aunque parezca paradójico debemos destacar que identificar reglas a partir de muy pocos datos es una proeza extraordinaria, a tal punto que sigue siendo casi imposible de emular por máquinas y computadoras aun en pleno auge de la inteligencia artificial. Esto nos
permite sumergirnos en mundos desconocidos y establecer muy rápido principios que nos ayuden a transitar por ellos. Pero, a la vez, es una forma de teñir la realidad de ficción. Se trata de ir más allá de los datos para dar explicaciones simples, pero no necesariamente verdaderas.
Fuente: Mariano Sigman, “El poder de las palabras”, Debate,2023.-